COVID-19: una perspectiva desde la psicología ¿Podemos desde la psicología y el diseño del comportamiento contribuir a la lucha?
Los psicólogos que trabajamos en el ámbito de la salud y por supuesto todo el resto de profesionales sanitarios, sabemos que un gran número de los problemas de salud que causan más sufrimiento a los humanos, cómo problemas coronarios, respiratorios, de estrés, musculares y esqueléticos tienen que ver con nuestro comportamiento y estilo de vida: sedentarismo, dieta poco saludable, consumo de tabaco, alcohol y por supuesto con determinantes de salud como el lugar en el que vivimos, nuestro tipo de trabajo, ingresos, etc.
Analizar los componentes activos, las estrategias de cambio en las campañas y diseñar estas para que favorezcan el cambio, lo que llamamos Behavior designpuede ayudar a mejorar los resultados en salud a nivel poblacional incluso frente a un SARS-CoV-2, que, salido de los murciélagos en China y agente causante de la COVID-19, está generándonos muchos problemas como sociedad. Desde la psicología ya se está trabajando a distintos niveles. Veamos en este artículo un resumen.
En estos tiempos en el que muchos estamos encerrados en casa por la pandemia del coronavirus es cuando más nos damos cuenta de lo importante que pueden ser las variables psicológicas y nuestro comportamiento: tanto lo que pensamos, y que es menos racional de lo que a menudo creemos, con relación al coronavirus; como lo que hacemos. Es decir, lavarnos correctamente las manos, anular desplazamientos innecesarios y teletrabajar si es posible, para no convertirnos en vehículos para facilitar el contagio del coronavirus. Y no podemos olvidarnos de como nos sentimos: impresionados por una situación excepcional, quizás tristes, puede que asustados, alarmados e incluso más vulnerables que nunca, en un mundo en el que pocas veces se tiene ocasión (más bien obligación en este caso) de pararse a pensar y ser conscientes de nuestra fragilidad como humanos.
En este artículo vamos a analizar, desde una perspectiva psicológica, nuestras reacciones, tanto en el ámbito de lo que pensamos, como de lo que hacemos y sentimos frente al coronavirus.
¿Cómo pensamos?: no somos tan racionales como creíamos (y ante el coronavirus, menos)
¿Se imaginan tener un marcador abierto en nuestro ordenador sobre el número de personas que mueren en un hospital por cualquier razón? ¿O que nos indique minuto a minuto el número de personas que fallecen en accidentes de tráfico, o de hambre, o en guerras? Y más aún… ¿Se imaginan un marcador en el qué viéramos en tiempo real las personas que se infectan en la gripe estacional a cada minuto? Seguramente preferiríamos ni ver el marcador ni saber qué nos dice. Entonces, ¿porque tantas y tantas personas siguen, casi obsesivamente, la aparición de casos de coronavirus “uno a uno” como si estuviéramos en un partido de baloncesto? Las explicaciones son muchas y entre ellas está la existencia de los sesgos cognitivos a través de los cuales, y en más ocasiones de las que pensamos, observamos y hasta juzgamos nuestra realidad inmediata.
Un sesgo cognitivo no es otra cosa que un efecto psicológico que provoca una distorsión en nuestro procesamiento mental y que nos lleva a realizar juicios inexactos e interpretaciones irracionales. Básicamente, un sesgo cognitivo lo que hace es poner en evidencia que somos mucho más irracionales de lo que creemos.
Uno de ellos es el sesgo de confirmación. Es decir, que tendemos a considerar como cierto aquello que coincide con lo que pensamos previamente; por lo que, si de 1000 supermercados, en uno de ellos se han vaciado algunas estanterías, se nos confirma nuestra idea, irracional, de que “debo darme prisa y acaparar” antes de quedarme sin nada.
Otro sesgo bien conocido es el sesgo de la negatividad; es decir, que nos atraen más las noticias negativas. En este sentido, con la epidemia de coronavirus lo difícil es encontrar noticias positivas en los medios, lo cual, a su vez, provoca que cuando estas se den aparezca lo que se llama heurística de disponibilidad, que, tal y como resume Rafa Bravo en un excelente post en el Blog Primum non Nocere, viene a decir que nuestra mente tiende a considerar más probable aquello que primero nos viene a la mente. Y en estos momentos no hace falta decir que aunque sea más probable tener un resfriado común que una infección por coronavirus, la mayoría de personas tienden a pensar lo contrario.
¿Qué hacemos?: Cuando el comportamiento más importa
Más allá de los sesgos, que son muchos y variados, hay también aspectos, y muy importantes, relacionados con nuestro comportamiento. Quién más quién menos conoce ya las recomendaciones del Ministerio de Sanidad para evitar el contagio del coronavirus. ¿Por qué entonces parece tan difícil pasar de la teoría a la práctica? Pues porque se trata de incorporar nuevos hábitos a nuestra vida y eso no es fácil. #Lavarselasmanos parece que todos realizamos como un hábito, pero me temo que no de la manera exhaustiva que nos protege del coronavirus.
Desde el Behavioural Insight Team del Reino Unido, organización que trabaja para los Departamentos de Salud y el propio Cabinet Office de allí, relacionan las dificultades que muchas personas encuentran con no ser capaces de incorporar el hábito a sus rutinas. En la imagen, avanzan algunos consejos que no por obvio son menos importantes: integrar el lavado en momentos específicos, como por ejemplo… cada vez que baje del transporte público utilizaré un gel desinfectante (que llevaré conmigo) o, cuando llegue a casa lo primero que haré tras abrir la puerta es entrar a lavarme las manos. En la imagen superior podemos ver cuáles son los factores que nos ayudan a seguir la norma, y los que nos bloquean. Es realmente fácil hacer unos pequeños cambios para lograrlo.
Por su parte, y relacionado con otro de los comportamientos que aparentemente son fáciles de llevar a cabo pero que en la práctica no tanto, el Behavior Design Lab de la Universidad Stanford ha abierto un proceso participativo para investigar estrategias para #notocarselacara (vale la pena seguir el hashtag en Twitter), algo que hacemos de manera automática muchas veces cada hora, muchas veces con un disparador como puede ser picor o una pequeña molestia, y otras sin disparador, de una manera prácticamente inconsciente.
¿Cómo nos sentimos?: Depende más de nosotros mismos de lo que creemos
Ante una situación inédita, que nos enfrenta a nuestra vulnerabilidad, que amenaza nuestra salud, que nos puede generar ansiedad y miedo y que, además, “nos para en seco” el Colegio de Psicólogos de Madrid propone una serie de medidas realmente útiles.
Yo las resumiría en pocas palabras diciendo que bien, que adelante, con nuestra ansiedad y estrés, que son reacciones humanas y lógicas, pero que no podemos dejar ni que nos dominen ni que nos nublen nuestra capacidad de dar respuestas racionales, sensatas y siguiendo las normas que las administraciones y los profesionales sanitarios nos indican.
Analicemos nuestros propios sesgos como los de centrarnos solo en las noticias más negativas (y no por ejemplo pensar en qué entre todos estamos camino de ganar la batalla al coronavirus), en permanecer horas y horas siguiendo informaciones que ya conocemos y que nos dan la falsa sensación de tranquilidad cuando en realidad nos mantienen en un nivel de alarma más alto de lo que la situación requiere.
Y además podemos ponernos un poquito a régimen de información sobre el coronavirus y no estar todo el día siguiendo el último caso de contagio en comunidades a muchos kilómetros, ni la última medida. Los medios hacen un trabajo encomiable minuto a minuto, es su obligación y su trabajo; pero si nos sentimos abrumados por tanto dato no pasa nada si nos dosificamos la información y nos limitamos a seguirla en los horarios clásicos de “informativos de mañana, mediodía y noche”.
Busquemos información de calidad también nos recomienda el Colegio de Psicólogos de Madrid. Aquí no hay grises… O es información de calidad que provenga de fuentes de confianza: administración pública nacional, autonómica o local, centros sanitarios de referencia para cada uno y medios de comunicación serios y bien conocidos (evitando los #bulosensalud) o lo deberíamos coger con pinzas y cuestionándonos mucho los contenidos (como los de influencers que hablan en sus vídeos de curas o protecciones milagrosas para evitar contagiarse).
Y cómo dicen que mejor ocuparse que preocuparse, concentremos nuestro esfuerzo no en lo que no podemos controlar (dejemos que quién puede controlarlo trabaje para nosotros tranquilos) y hagamos lo que sí que podemos controlar: quedarnos en casa (#yomequedoencasa) si nos es posible, teletrabajar, ayudar a nuestros vecinos, #lavarnoslasmanos, #notocarnoslacara y en definitiva vivir con toda la normalidad posible una solución excepcional, pero, que nadie lo dude, pasará.
No hay coronavirus que pueda con nosotros cuando trabajamos juntos.
Doctor en Psicología. Investigador en el eHealth Center de la UOC en el que dirige el eHealth Center Behavior Design Lab como experto en Diseño del Comportamiento. Profesor Agregado de Psicología en la misma Universidad. Investigador del Grupo PSiNET (Psicología, Salud e Internet). Realizó su postdoctorado en el Center for Global eHealth Innovation de la Toronto University y últimamente formado con BJ.Fogg (Stanford University) en su Boot Camp de “Behavior Design”. Considerado en 2018 uno de los 50 líderes europeos en eHealth y en 2019 “Best Influencer” en Salud por la edición española de la revista FORBES.